En camino al festín del deseo, se encuentras Andrés, don Humberto y Sebas en la estación Berrío.
--¡Hola, Andrés, hola Sebas!; ¿cómo les va, muchachos?
--Bien, hombre don Humberto; ¿y usted? ¿Sí trajo el viagra?
--Sí, claro,muchachos; ustedes saben que “guerra avisada no mata soldado”.
--¡Eso está bien, don Humberto! ¿Y qué, si se le va a medir don Otoniel al festín del deseo?
--¡Sí, claro, él dice que otro parche con ustedes como el del domingo no se lo pierde! Solo que no está seguro de que se deje hacer hoy el doble troque. Yo sí vine muy preparado para el festín y muy dilatado, pues el que es caballero repite; ¡ustedes saben por qué se lo digo! Y eso que a mí el culo me quedó doliendo hasta el martes, sobre todo porque la verga de Sebas es cosa seria: sola, yo me la aguanto, pero con otra, me pone la resistencia al límite, amigos. Pero qué va, muchachos, yo a una doble no me le corro. O sí me le corro, pero “botándome”. [risas]
--Yo no sé, hombe, don Humberto si hoy me le mida a cuñarle ese culo con otra tranca y la mía, porque lo que es hoy, vengo es decidido a darlo y a darlo y a darlo. Es que a mí los manes cuando me ven la verga solo quieren que me los clave, pero uno también tiene sus “necesidades”, señores, ¿me van a decir que no?